Ella baga por todos lados recogiendo los pedazos de su destrozado corazón, y también junta una a una las plumas de sus alas, que había dejado caer por amor.
En su ilusa inocencia, creyó que su destino había cambiado después de tantos años de fracasos. Pero hoy, por fin, entendió que el destino no puede cambiarse, que ya escrito está...
Pase lo que pase, su destino, eternamente, será la soledad...
domingo, 24 de junio de 2007
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